México figura año tras año entre los países que más horas trabaja dentro de la OCDE. Sin embargo, esa entrega no se refleja en los resultados: seguimos entre las economías menos productivas del bloque.
Ese tema estuvo sobre la mesa durante el McKinsey Forum México 2025, donde economistas y líderes empresariales advirtieron que el país no puede seguir creciendo “a fuerza de brazos”, sino que necesita hacerlo “a fuerza de cerebro”.
Crecimiento con el freno puesto
Andrés Cadena, socio senior del McKinsey Global Institute, lanzó un dato que encendió alarmas: México crece apenas 1.7% anual, muy por debajo del promedio mundial de 3%.
Según el especialista, si el país no triplica su ritmo de crecimiento apostando por la productividad, podría tardar más de un siglo en alcanzar los niveles de bienestar de las economías desarrolladas.
“México ha dependido del trabajo intensivo, no del conocimiento. Hemos crecido más por horas trabajadas que por innovación”, señaló Cadena. En otras palabras, producimos más porque trabajamos más tiempo, no porque trabajemos mejor.
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El modelo de bajo costo se agota
En la práctica, muchas empresas mexicanas siguen enfrentando la baja productividad contratando más personal para hacer tareas repetitivas, pero eso solo eleva los costos sin mejorar resultados.
Lo que impulsa hoy el desarrollo son la innovación, la tecnología y la capacitación constante, debido a los avances hacia la automatización y la inteligencia artificial, por o que apostar por la “mano de obra barata” ya no es una ventaja competitiva, dijo el experto.

El reloj biológico corre
A este reto se suma uno silencioso: el envejecimiento de la población:
“El país tiene unos 15 años para hacerse rico antes de volverse viejo”, resumió Cadena. Si no se actúa pronto, el bono demográfico que hoy impulsa a México podría perderse sin haber generado desarrollo.
Trabajar mejor, no más
Los ponentes coincidieron en que la transformación debe ser compartida. El gobierno necesita políticas que incentiven la innovación y reduzcan la informalidad, mientras las empresas deben apostar por procesos inteligentes, sustentables e inclusivos.
El futuro de México no depende del número de horas frente al escritorio o en la línea de producción, sino de la eficiencia y la innovación generada, mediante tecnología y capacitación constante.